¿Quién va?

El maestro preparará unos papelitos con números, del 1 al … (tantos como niños haya en el salón). Los mezclará, bien mezclados (porque se puede mezclar mal mezclado) en una bolsa o un sombrero. Luego pasarán los niños y cada uno tomará un papelito, el cual deberá esconder, sin decirle a nadie qué número le tocó en suerte. Cada niño tendrá un número escondido en su mano, esto creará cierto misterio, porque sabemos nuestro número, pero no sabemos qué número le habrá tocado al compañero que está sentado al lado nuestro, o a la compañera de adelante.

El juego consiste en que, de a uno, cada niño deberá leer un renglón completo, o, como siempre haremos, hasta el primer punto (seguido o aparte).

Comienza con el niño al que le tocó el número 1. El debe decir «uno», y comenzar a leer (hasta terminar el renglón o hasta el primer punto, como hayamos acordado). Inmediatamente, el niño que recibió el 2, debe decir «dos» y continuar él con la lectura. Luego otro niño dirá «tres» y seguirá leyendo. Y así hasta que se terminen todos los números. De esta manera iremos leyendo el texto con un poco de expectación, de misterio, sabemos cuándo será nuestro turno, pero ignoramos quiénes estarán antes y quiénes nos seguirán. El docente también saca un número. Se me ocurrió que, para agregar más misterio a este juego, se podría hacer de noche y con la luz apagada…, pero después pensé que a la noche nadie va a la escuela (y que sin luz tampoco alcanzaríamos a leer nada). O sea que descartemos esta última idea.

Variante

Cada niño escribe, en un papelito, su nombre, después hace una bolita con él y se lo da al maestro, que mezclará todos los papelitos (mezclando bien mezclado). Luego irá sacando de a uno, leyendo el nombre del niño al que le tocará leer (un renglón o hasta el próximo punto), termina ése e inmediatamente (para que no se interrumpa el ritmo de la lectura), el maestro dice el nombre del niño siguiente. Y así hasta que se acaban los papelitos…, o el texto, o suene la campana…, o vaya uno a saber qué es lo que pasa, porque así son las cosas, y habrá que seguir otro día.

Variante (de la variante)

Esto sólo se puede hacer una vez, porque luego ya pierde la gracia, pero puede ser divertido. Que el maestro haga trampa y repita el nombre de algún niño al que ya le tocó leer. Si el maestro tiene buena relación con el grupo, siempre causa risa cuando el maestro, jugando (atención: ju-gan-do) hace una trampa y los niños lo descubren.

Leticia Bolaño

Leticia Bolaño

Docente, bibliotecaria y narradora. Soy de Florencio Varela y tengo la firme convicción que nos necesitamos los unos a los otros. Así ayudo yo

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